Hoy estuve en Santiago de Compostela asistiendo a la jornada "Novas Ferramentas TIC en galego para mellorar a produtividade", organizada por la Fundación Galega para a Sociedade do Coñecemento, el cluster INEO y Microsoft, con el fin de presentar la campaña "Faille click ao galego", así como las traducciones al gallego del Windows Vista y el Office 2007.
Antes de comenzar la jornada alguien me preguntó, con una equilibrada mezcla de sorpresa y mala leche, que cómo estaba yo (coordinador de un máster en consultoría de software libre) en un evento de Microsoft, y además en aparente buena relación de cooperación con la empresa. Vamos, que si no estaba en misa y repicando.
Por lo visto, para alguna gente esto del software libre tiene que ser una cuestión de militancia, algo impregnado de un sustrato ideológico determinado, una especie de opción vital incompatible con otras alternativas. Un modelo de negocio es eso: un modelo de negocio, y por definición es una cuestión de pragmatismo empresarial. Genera valor o no lo genera, tiene viabilidad a medio o largo plazo o no la tiene, sobrevive o no. Pero que un modelo de negocio sea viable (y el del software libre entendido como servicio está demostrando que puede serlo) no significa que, automáticamente, los demás deban ser condenados y eliminados. Nuestra obligación será tratar de mostrar a nuestros alumnos y al mundo de la empresa las diferentes alternativas que tienen a su disposición, ayudarles a valorar pros y contras, luces y sombras, oportunidades y amenazas, y a decidir dónde y cómo son adecuados unos modelos u otros.
Respeto que para muchos el software libre sea una cuestión de militancia, y hasta un estilo de vida. Pero para mí, como profesor universitario, es un modelo de negocio en la industria del desarrollo de software, y como tal quiero estudiarlo y comprenderlo, y como tal me gustaría que lo estudiaran mis alumnos. No me gusta mezclar mis inquietudes ideológicas con el trabajo, aunque reconozco mi admiración, entre otras cosas, por los beneficios sociales que puede generar la utilización del software libre.
Antes de comenzar la jornada alguien me preguntó, con una equilibrada mezcla de sorpresa y mala leche, que cómo estaba yo (coordinador de un máster en consultoría de software libre) en un evento de Microsoft, y además en aparente buena relación de cooperación con la empresa. Vamos, que si no estaba en misa y repicando.
Por lo visto, para alguna gente esto del software libre tiene que ser una cuestión de militancia, algo impregnado de un sustrato ideológico determinado, una especie de opción vital incompatible con otras alternativas. Un modelo de negocio es eso: un modelo de negocio, y por definición es una cuestión de pragmatismo empresarial. Genera valor o no lo genera, tiene viabilidad a medio o largo plazo o no la tiene, sobrevive o no. Pero que un modelo de negocio sea viable (y el del software libre entendido como servicio está demostrando que puede serlo) no significa que, automáticamente, los demás deban ser condenados y eliminados. Nuestra obligación será tratar de mostrar a nuestros alumnos y al mundo de la empresa las diferentes alternativas que tienen a su disposición, ayudarles a valorar pros y contras, luces y sombras, oportunidades y amenazas, y a decidir dónde y cómo son adecuados unos modelos u otros.
Respeto que para muchos el software libre sea una cuestión de militancia, y hasta un estilo de vida. Pero para mí, como profesor universitario, es un modelo de negocio en la industria del desarrollo de software, y como tal quiero estudiarlo y comprenderlo, y como tal me gustaría que lo estudiaran mis alumnos. No me gusta mezclar mis inquietudes ideológicas con el trabajo, aunque reconozco mi admiración, entre otras cosas, por los beneficios sociales que puede generar la utilización del software libre.
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