domingo, 27 de abril de 2008

La Universidad centrada en el alumno

En un post de hace unos días Tim O'Reilly llama la atención sobre una pregunta que le hicieron a Jeff Bezos, presidente de Amazon, en una entrevista en Business Week:

Q: Every company claims to be customer-focused. Why do you think so few are able to pull it off? A: Companies get skills-focused, instead of customer-needs focused. When [companies] think about extending their business into some new area, the first question is "why should we do that—we don't have any skills in that area." That approach puts a finite lifetime on a company, because the world changes, and what used to be cutting-edge skills have turned into something your customers may not need anymore. A much more stable strategy is to start with "what do my customers need?" Then do an inventory of the gaps in your skills. Kindle is a great example. If we set our strategy by what our skills happen to be rather than by what our customers need, we never would have done it. We had to go out and hire people who know how to build hardware devices and create a whole new competency for the company.

Al leerlo he pensado que también las facultades y escuelas de ingeniería tienden a organizar su oferta formativa en torno a las competencias del profesorado en lugar de las necesidades de los futuros titulados y sus empleadores, por lo que los planes de estudio, que una vez pudieron ser novedosos, originales y atractivos, se vuelven pronto rancios y desfasados, especialmente en las carreras científicas y tecnológicas. El profesorado tiende a anclarse en lo que conoce, en "su asignatura" tal y como la concibió. Conozco algún profesor que imparte su materia con los apuntes que tomó siendo estudiante, y repite año tras año exactamente los mismos temas y ejercicios.

Una de las cosas que más claras tenía cuando comenzamos con la elaboración de nuestra propuesta de título de Graduado en Ingeniería Informática en el mes de diciembre era que el plan de estudios no podía hacerse sólo en la Escuela y desde la Escuela, pues entonces, inevitablemente, crearíamos un híbrido entre las dos titulaciones actuales que se adecuaría perfectamente a los conocimientos, capacidades e intereses investigadores del profesorado, pero que con total seguridad no respondería a las necesidades del mundo de la empresa. Por ello nombramos un comité asesor con profesionales provenientes de empresas de todo tipo (tecnológicas y no tecnológicas), con el fin de que nos ayudaran a trazar las líneas maestras que garantizaran el mayor nivel de empleabilidad posible de nuestros titulados y, por extensión, el mayor nivel de utilidad de éstos para la empresa. Pero sobre todo, para que nos ayuden en los próximos años a mantener nuestra oferta formativa actualizada, a responder a tiempo a los cambios de nuestro entorno.

La apuesta por hacer un plan de estudios en la Escuela y desde la empresa ha sido, por ahora, muy bien acogida en el Centro, pero ya veremos si la cosa va así de bien cuando en vez de competencias técnicas y transversales comencemos a hablar de asignaturas y créditos. Lo que es seguro es que siempre existirá quien piense que un plan de estudios en el que el alumno no dedique una enorme cantidad de horas a SU asignatura, no es un plan de estudios que merezca la pena. Siempre existirá quien piense que los planes de estudio se hace repartiendo una tarta entre áreas de conocimiento. Y siempre existirá quien piense que, por el hecho de ser, por ejemplo, catedrático/a está ungido/a por la lengua de fuego de la sabiduría, y que él/ella conoce mejor que nadie las necesidades del mercado (que coincidirán, curiosamente, con las de su área o grupo de investigación).

De momento aquellos para los que la Universidad sólo son los papers y los proyectos de investigación, y la docencia una molestia interrupción periódica, son minoría y esperemos que sigan siéndolo en los próximos meses.

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